En junio pasado, el Papa Francisco instituyó, para toda la Iglesia Católica la Primera Jornada Mundial de los Pobres, convocada para el próximo domingo 19 de noviembre.

 

Con esta celebración el Papa Francisco manifiesta su gran deseo de que: “en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitado”, porque para el Papa “los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio” (Mensaje 13 junio 2017).

 

El Santo Padre afirma que el objetivo principal de esta Jornada es “estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro”, porque el testimonio del amor a los pobres no se trata de “amar solamente con las palabras sino con las obras” (1Jn 3,18).

 

En su mensaje, el Papa dirige esta invitación a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de acciones solidarias y fraternas, reconociendo que Dios creó el cielo y la tierra en bien de todos; pero que son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras y muros, traicionando el don original destinado a la humanidad sin ningún tipo de exclusión.

 

De este modo, la Jornada Mundial de los Pobres a la que el Papa nos ha convocado es una oportunidad para tomar conciencia de la apremiante realidad que vivimos hoy, la cual reclama tres actitudes fundamentales en todos nosotros: la primera, abrir los ojos para conocer la realidad de los pobres y sus necesidades; la segunda, abrir el corazón para sentirnos involucrados en esta realidad y sin caer en la tentación de ignorarla y pasar de largo; y la tercera, abrir las manos para transformar esta realidad. Actitudes que, a partir de esta Jornada, deberían mantenerse siempre.

 

Nuestra Arquidiócesis reconoce que, ante esta invitación tiene por delante un gran reto que nos obliga buscar mejores formas de organizar el servicio de Cáritas diocesana así como de la estructura de nuestra Pastoral Social, de tal forma que permita atender de manera más cercana y solidaria a migrantes, presos, enfermos, mujeres y niños en situaciones vulnerables, entre otros.

 

Además, las parroquias de nuestra Arquidiócesis también están invitadas a organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta hacia los necesitados también invitándolos a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo.
Esta Jornada representa para las parroquias de nuestra Arquidiócesis la oportunidad de organizar mejor los equipos de caridad de modo que puedan ser cercanos a los enfermos en los hospitales y con sus familiares, que enseñen a compartir el pan con el necesitado y a extender en la comunidad la caridad de la oración como alimento espiritual.

 

En la propia familia, esta Jornada permitirá prestar atención a las personas que están más cerca de nosotros y necesitan de mayores gestos de atención, afecto y cuidado, como los abuelos ancianos, los enfermos o quienes padecen algún tipo de discapacidad.
Que en estos días previos a la fiesta de Cristo Rey, vayamos preparando nuestros corazones y el de nuestras familias para unirnos en consonancia con el Papa y celebrar esta próxima Jornada Mundial de los Pobres con actitudes concretas de ayuda y solidaridad.

+ Mons. Fabio Martínez Castilla
Arzobispo de Tuxtla