Ante el acontecimiento de las próximas elecciones quiero juntamente con ustedes tomar conciencia de nuestra gran responsabilidad ciudadana en la construcción del bien común. En la oración por la Paz, decimos: “Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia y de paz, para que en Ti, nuestro pueblo tenga vida digna”. Hagamos realidad nuestra oración ya que al orar tenemos que comprometernos a trabajar por lo que le pedimos al Señor; si pedimos paz y vida digna es porque nuestras actitudes en todos los ambientes, empezando desde nuestras familias, serán de respeto y reconocimiento a la dignidad de la persona porque todos somos hijos de un mismo Padre.

 

Uno de nuestros deberes ciudadanos es el saber elegir a nuestras autoridades, para que después no nos andemos quejando de que no cumplen con sus programas de servicio a la comunidad. Hoy más que nunca urge un voto bien pensado buscando al servidor público más capaz, honrado y con vocación de servicio; ésta es una manera muy concreta de contribuir al bienestar de nuestros pueblos, ya que todos somos responsables de la transformación de nuestro municipio, de nuestro Estado y de nuestra Patria. Votar a la ligera es una irresponsabilidad que no sólo no trae beneficios para nuestro pueblo sino que nos hunde más en la injusticia, la corrupción, la pobreza, la falta de educación integral y de empleo que nos llevan a una desintegración e inseguridad social. Pensemos muy bien antes de votar porque está en juego el bienestar de nuestras familias y la sociedad.

 

Los errores más comunes que cometemos son: Quedarnos al margen no votando porque pensamos que la política está tan podrida que no vale la pena, con esta actitud le estamos dando espacio para que llegue a ser autoridad quien no es nuestro mejor candidato. Otro error es pensar sólo en el interés o beneficio personal que podemos sacar de un candidato porque nos ofrecen alguna cosita y olvidar que está en juego el bien común de nuestro municipio y Estado. Otro error es no ver nuestro voto con la seriedad de ser un voto secreto y por lo tanto consciente y libre; éste error puede llevarnos a vender nuestro derecho y deber de elegir con responsabilidad ciudadana al mejor servidor público y votar por alguien que otras personas nos quieren imponer. Estos errores provocan más sufrimiento para nuestro pueblo.

 

Los hombres y mujeres de fe, todos los que creemos en Dios, tenemos la obligación moral de participar responsablemente en la elección de nuestras autoridades y en el compromiso de contribuir al progreso integral de nuestro pueblo desde el trabajo que cada uno presta a la sociedad. No olvidemos que también tendremos que rendir cuentas a Dios de nuestra participación responsable en la vida política. La gran verdad es que sólo cuando despertemos como sociedad y participemos de manera consciente, responsable y comprometida por el bien común cambiará la realidad de nuestro municipio, sociedad, Estado y Nación en bienestar para todos los que amamos a México.

 

Las elecciones de este año son un espacio privilegiado para expresar nuestro amor por México de manera responsable: porque amamos nuestra tierra votamos por el mejor servidor para nuestro pueblo. Construyamos una sociedad mejor con oración insistente, con un Voto responsable e inteligente y con nuestro Trabajo generoso por el bien común.

 

No dejemos para mañana lo que hoy puede empezar a ser mejor para nuestras familias y sociedad, con nuestro voto libre, consciente, responsable y secreto. No nos dejemos engañar con falsas promesas, conozcamos bien la persona de cada candidato, su honestidad y capacidad de servicio. Que nadie venda su consciencia o se deje engañar. Dejemos huellas de bienestar familiar y social para los que vienen caminando detrás de nosotros. Despertemos nuestra conciencia y participación ciudadana: Preparémonos a vivir unas elecciones con el orgullo de haber contribuido con el mejor voto de nuestra historia personal buscando el bien común.

 

Aprovecho la ocasión para hacer mención también de que este domingo el papa Francisco ha convocado a la Iglesia a la “Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado”, celebración que tiene como finalidad recordar al mundo que los migrantes y refugiados no deben ser vistos como un estorbo u obstáculo para el desarrollo de ninguna nación, sino que todos estamos llamados a ser sensibles y acogedores con aquellos que, al salir por diversas causas de sus hogares, no tienen los medios para procurarse una vida digna y encima les son negados recursos, derechos y oportunidades. Por eso, el Papa expresa cuatro actitudes hacia los migrantes que este 2018 debemos propiciar en todos los niveles: acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes, desde las políticas públicas, hasta en las actitudes personales.

 

Un abrazo y felicidades: “Que Dios, nos bendiga y nos dé sabiduría para saber elegir”.

 

+ Fabio Martínez Castilla

Arzobispo de Tuxtla